El temor cortante al papel en blanco,
y al filo cercano de tu indiferencia.
El terror a la tinta seca, inmutable,
y a mi incapacidad de dibujar futuros palpables a tu lado.
El miedo a esta pluma inherte, yerta,
y a la punta de tus decepciones que parezco trepar con ahínco.
Estoy aterrada de no cumplir,
de no llenar,
de no ser o de ser,
de que en esta carrera por
hacernos felices
sea la felicidad misma la que declare una sola ganadora.
Y si alcanzo la punta,
la cima de tu desamor,
recuérdame que fui yo misma quien la escaló.
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