y atesoras para ti un llanto fúnebre
de soledad
Conozco ese hablado fuerte
y hasta cortante
con el que acallas el temblor de tu cuerpo frío
carente de besos ansiosos.
Conozco esa ironía baja,
esa calma contundente
que juega a tejer hilos con el vaivén
de las imparables agujas que se clavan en tu vientre
y sangras...
Conozco tu caminar pausado,
tu mirada firme
y en el fondo de tu alma,
veo la furia encarcelada,
el odio atado,
la ira ignorada.
Te conozco,
y al contemplarte,
este ser impedido
admira el rostro helado
de una mujer que ardientemente ama.
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