La muerte parece tan dulce,
Tan agria cuando la pruebo en ti.
Tu cuerpo aferrado implorando su liberación,
Mi cuerpo inerte clamando esclavitud.
Huye el último suspiro,
Te conviertes en mi aliento de vida.
En la nada sólo dos,
En el todo el sordo mundo.
Tu respiración silencia el deseo,
Mis dedos rehúsan detenerse.
Tu piel cede con el contacto,
Mis besos encuentran tu boca.
La pasión te obliga a entregarte,
El peso de mi cuerpo no te deja opción.
El punto exacto,
el grito de rendición.
Me susurraste,
Enviciadamente esclava.
Te escuché,
Te cedí la libertad.
La muerte… un vicio dulce y agrio,
Cuestión de ese par de segundos en los que fuiste mía…
lunes, noviembre 13, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario