lunes, mayo 30, 2011

Soy una adicta con nombre clase 5... ¿usted?

Quiero postear una reseña que escribí hace un tiempo ya, pero con el que me identifico hoy más que nunca. Porque a veces se escriben cosas y sólo se entienden muuucho después.




Adictos con nombre

Si es usted uno de esos lectores aficionados a las novelas rosa o a los finales felices, Solitario de Amor no es para usted. Si, por el contrario, prefiere leer novelas desgarradoras en donde los amantes se pelean, se gritan y se maltratan, no gaste su dinero comprando Solitario de amor, para eso hay muchos otros libros que, quizá, se acomoden más a su bolsillo y le traigan más satisfacciones. Pero si encuentra usted placer en leer amores cotidianos, en donde no hay mayores escándalos, en donde la vida transcurre en aparente calma y la única tragedia es amar en soledad, no pierda más su tiempo buscando en inmensas estanterías de libros… ya ha encontrado el suyo.

En este, su tercer libro, Cristina Peri Rossi narra la historia de un hombre perdidamente enamorado de su amante, Aída. Habiendo perdido ya la dimensión del tiempo para habitar tan sólo en el espacio, este hombre venera el cuerpo, los gestos, las secreciones y los órganos internos de la mujer que ama, y sumido en esa contemplación estática ha pasado a entender su propia vida en aras de la ausencia o presencia de ella. Así, despojado incluso de cualquier hábito o pasado, este hombre enamorado vive única y exclusivamente por ella, o mejor, a través de ella, en ella y de ella.

Sin embargo, este hombre sin nombre (Aída, podría incluso llamarse) se encontrará con que ama en soledad, pues Aída sólo vive para sí misma; inmersa en su mundo interior se alimenta de los recuerdos, de las amarguras, del rencor, de los remordimientos, del desamor de antiguos amantes, y hundida enteramente en el fondo de su propio yo, Aída es una mujer que no olvida… una mujer sola que sueña con hoteles vacíos, tan sola como el amante que ama sin ser correspondido.

Así pues, cada uno vive un amor solitario… una por amarse a sí misma aislada y el otro por amar su propia mirada de una mujer que no quiere ser rescatada de su soledad. Sin embargo, en una búsqueda desesperada por pertenecer a algo, a alguien, estos dos amantes hacen el amor. En ese corto instante en que dos seres parecen mezclarse, ser uno solo, creen hacer del amor algo tangible y encuentran alivio, pues sienten que han evadido por un momento su sabida soledad de habitar en un mundo de unos y no de pares.

Pero el alivio dura poco y la angustia vuelve a apoderarse de aquél que, habiendo amado, le es ya insoportable la soledad. Su pensamiento se limita a descontar el tiempo en que volverá a sentir esa conexión con el otro, con el todo, para dejar de ser él solo, como cuando habitaba el vientre de su madre y el cordón umbilical era paz, era tranquilidad, era… no estar solo. Pero esa eterna fundición nunca llega y el amante enloquecido que ya la ha probado por breves instantes no se resigna... busca incansablemente enajenarse de sí y, ante su impotencia, el amor se convierte en un calvario, en su propia droga, en una adicción de la que necesita cada vez dosis más grandes o, como diría Rosa Montero en su libro La hija del caníbal “Este tipo de amor es como una droga. Te ofrece el paraíso, pero te mata.”

Aún así, no son del todo extrañas las personas que dicen ser adictas al sexo y no haber amado nunca, que han hecho del acto sexual su propia droga, una que les ofrece una corta escapatoria a su innata soledad de existir, pero que conlleva menos sufrimiento, pues la pueden obtener de muchos y diversos proveedores, mientras que los que padecen la agonía de estar enamorados sólo encuentran su dosis en un mismo proveedor, uno que quizá, no desee proveérsela. Así pues… ¿es preferible la droga del amor o es posible que baste con ser adictos al sexo?

La respuesta es incierta, aunque hay quienes afirman que el ser humano necesita del amor y busca incansablemente al “amor de su vida”. Pero muy probablemente estas personas no se han detenido a pensar que, más que buscar al amor de su vida, lo que pueden estar buscando es una adicción, una droga que los haga desenajenarse de la insoportable idea de ser uno solo. Así pues, más que habitar un mundo de enamorados y necesitados de amor, los seres humanos habitan un mundo lleno de adictos a la no-soledad, adictos que se pasean por las calles diciendo orgullosamente su nombre, pues los anónimos son sólo para los adictos a los estupefacientes o al alcohol; adictos con nombres que van de aquí para allá vanagloriándose de su nuevo amor, su último polvo o su nueva conquista… en definitiva, su droga.

Ahora bien, si después de leer esto reconoce ser usted un adicto, se le da la bienvenida a este grupo al que se ha llamado ADICTOS CON NOMBRE. Si, por el contrario, continúa negando su adicción, lo invitamos a dejar de leer esta reseña y le aconsejamos no comprar Solitario de amor. Si se encuentra leyendo ahora mismo estas líneas es porque ha dado usted un gran paso y, por tanto, es merecedor de una felicitación. No obstante, se le recomienda continuar leyendo las siguientes instrucciones.

A continuación, se hará una breve y concisa clasificación de los grupos de adictos a los que usted podría pertenecer. Lea atentamente y determine si usted encaja en alguno:



1. Adictos al amor no correspondido.
2. Adictos al amor narcisista.
3. Adictos al sexo.
4. Adictos a la angustia del desamor.
5. Adictos al dolor de amar.
6. Adictos a una persona específica.

Si usted cree pertenecer a tres o más grupos de los ya mencionados, no pierda tiempo en este grupo… ¡CORRA INMEDIATAMENTE AL HOSPITAL MÁS CERCANO! Usted está al borde de una sobredosis (una ambulancia lo espera a la salida, pregunte por John). Si continúa leyendo estas líneas se asume que es porque usted cree pertenecer a uno o dos grupos. En dado caso el paso a seguir es más sencillo: vaya a la librería más cercana, compre y lea Solitario de amor. Lo esperamos en dos semanas para empezar las sesiones correspondientes (si usted cree pertenecer a dos de los grupos mencionados debe hablar con Nancy en la recepción. Ella la remitirá a un examen detallado para determinar si es o no necesario que lleve a cabo los dos cursos).

Por último, se agradece al lector el haber recurrido a los servicios de ADICTOS CON NOMBRE. Y, como bien lo dijo Rosa Montero: “La buena noticia es que, si sobrevives, el sufrimiento enseña. La mala noticia es que el verdadero sufrimiento casi siempre mata.” Por tanto, se espera que lleve el o los cursos a feliz término.

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